11/27/2010

Trabajo en proceso IV

Faltan cuatro días para que den las 12 de la noche del 30 de noviembre y se cumpla el plazo de escribir una novela de 50,000 palabras.

Al día de hoy, sábado 27 de noviembre, llevo escritas 48,123 palabras, por lo cual sólo me restan 1,887 palabras más, las cuales espero terminar de escribir a más tardar el día de mañana.

En otras palabras, voy a terminar dos días antes del plazo que me había propuesto. Pero eso no es todo: mi novela va a rebasar la cifra de 50,000 palabras.

Hace una semana, me sentía desanimado. Tenía un faltante de casi 6,000 palabras y me parecía que no valía la pena seguir acumulando basura. Constantemente me topaba con callejones sin salida en la narración de los que me parecía imposible salir. Pensé más de una vez abandonar tan absurdo proyecto.

Pero entonces sucedió una cosa curiosa: me encontré con la historia. Esto es, aquella basura de palabras que había venido acumulando durante dos semanas por fin encontró un sentido. Desde ese momento, la narración avanzó hacia delante, incontrolable; los personajes principales adquirieron peso, forma, profundidad; la historia sentó sus bases y pude a partir de ahí empezar a escribir ya no una simple novela-basura, sino una novela, a secas.

¡Por supuesto que la novela aún contiene elementos absurdos, inconsistencias y errores varios!, no ha habido tiempo de revisar lo escrito, de pulir el estilo. Retorno 2012 es como una de esas canciones de blues sin adornos, básica, con sólo una guitarra y la voz.

Es una novela pulp en su esencia más básica: cruda, absurda, delirante. No aspira a ganar ningún premio literario, ni siquiera a considerarse literatura.

Retorno 2012 cuenta una historia cuyo único propósito es divertir, entretener.

48,123 palabras, 117 páginas, 12 capítulos y aún está en proceso. Porque no voy a acabar el día de mañana, cuando sólo terminaría de completar las 50,000 palabras.

No sé cuánto más se alargará la novela, porque ya dejé de pensar sólo en el número de palabras y he pasado a pensar en la historia.

Cuando la termine, la subiré a Internet para que todo el que la quiera leer pueda hacerlo.

Entonces es cuando podré darme cuenta de si realmente valió la pena el esfuerzo.

Yo creo que sí. Les toca a ustedes, mis lectores, refutarme.

11/20/2010

Trabajo en proceso III

Bueno, según el calendario, al día de hoy debería de llevar 33,333 palabras y calculo que llevo un atraso de unas 5,000 palabras. Como lo señalé en el post anterior, esto de acumular palabras no es lo mío.

Los motivos del atraso que llevo son varios. En primer lugar, está el hecho que soy un empleado y debo cumplir con mi trabajo. Además, como dice el refrán: el horno no está para bollos. No puedo ir con el Director de la empresa y decirle “Ya no me den más trabajo. Estoy escribiendo una novela de zombis y por estar realizando mis funciones aquí ya tengo un atraso de 5,000 palabras.”

Otra de las razones del atraso se deriva de la anterior. Desde principios de los noventa del siglo pasado he utilizado computadoras para realizar mi trabajo. Cerca del 90% de mi tiempo de trabajo lo paso ante un monitor de computadora. Aunque esta forma de trabajo tiene sus ventajas (acceso directo a Internet, comunicación instantánea, incremento de la productividad, etc.) la realidad es que cansa mucho la vista.

Así que cuando llego a la casa dispuesto a avanzar en mi extraordinaria aventura de zombis me encuentro con que simplemente no deseo pasar más tiempo delante de un monitor.

Entonces, ¿por qué no escribo a mano?

Debo de confesar que me fascina escribir a mano. Mis mejores escritos han resultado de esta forma de escribir. Además, el escribir a mano te permite involucrarte más en la narración, da mayor espacio a la reflexión y te hace consciente de que estás escribiendo, cosa que paradójicamente no sucede frente a una computadora.

El problema de escribir a mano es que es un proceso más lento y lo que yo necesito en estos momentos es rapidez: si quieres escribir una novela de 50,000 palabras en sólo treinta días necesitas ser rápido.

En un principio, como ya lo comenté en post anteriores, la rapidez me molestó. Sentía que no sólo acumulaba palabras sin sentido, sino que estaba acumulando de basura.

He estado a punto de abandonar este absurdo proyecto en más de una ocasión. Sin embargo, poco a poco he llegado a comprender que la acumulación de basura no tiene que ser por fuerza algo malo.

Retorno 2012, mi novela-basura que hace la crónica de la invasión de zombis a México que tendrá lugar en los próximo dos años, realmente está resultando muy divertida.

En mi ansia por hacer una novela realista de un tema tan fantasioso, he tomado todos los miedos del México actual, los he mezclado con el ambiente de “sospechosismo” propio de los mexicanos y las teorías conspirativas y los he vertido en la narración.

En este momento del proyecto, he metido a los gringos al enjuague y Margarita Zavala, nuestra Primera Dama, vaga por las calles del centro del Distrito federal convertida en zombi, atacando asilos de ancianos.

Créanme, la historia está bastante loca y divertida.

Vuelvo a invitar a todos aquellos que deseen conocer cómo va la historia de Retorno 2012 que me escriban a jaimegyg@gmail.com para que les mande el primer capítulo.

Hasta ahora sólo he recibido una petición.

Recuerden, leer Retorno 2012 no sólo cuestión de entretenimiento: les puede salvar la vida cuando se presente la invasión.

Ustedes deciden. 

11/13/2010

Trabajo en proceso II

Bueno, pues aquí estoy de nuevo, en mi segunda semana de escritura de mi novela- basura Retorno 2012.

¿Qué les puedo decir? Primero que nada, eso de acumular 1,667 palabras por día y escribir “al vuelo” no es mi fuerte. Estoy escribiendo de una manera completamente distinta a lo que estoy acostumbrado.

Durante algún tiempo, allá por los años veinte del siglo pasado, entre los escritores  empezó a surgir una idea que en ese momento se consideró revolucionaria: abandonar la rigidez de una construcción rígida de la novela para dar paso a lo que se llamó la “escritura automática”, tan cara para los surrealistas.

El propósito principal era “liberar” a la escritura de sus cadenas para dar paso a una narración lírica y lúdica al mismo tiempo, que no estuviera sujeta a convencionalismos estéticos tan banales como, por ejemplo, los signos de puntuación.

El resultado de ésta experimentación (que se extendió hasta finales de los años sesenta del siglo pasado y que también afectó al cine) fue, salvo contadas excepciones, un rotundo fracaso: en vez de tener novelas cuyo lirismo se tradujera en una nueva y renovada expresión estética, se tenían novelas en las cuales la ausencia de trama y la insipidez de los caracteres evidenciaban los esfuerzos del escritor por conseguir un efecto liberador. En otras palabras, el escritor se sobreponía a la novela.

Lo que ignoraban (o simplemente, evitaban) aquellos escritores “experimentales” es el hecho, en apariencia paradójico, de que entre más rígida sea la construcción de la novela, más libertad tiene la narración. La presencia del escritor, su esfuerzo por narrar, simplemente pasa desapercibida.

El resultado final es una novela de esas que disfrutamos como si fuera la vida misma: Guerra y Paz, de Tolstoi; La montaña mágica, de Thomas Mann, son sólo dos ejemplos de ello.

Durante las dos últimas semanas he estado escribiendo sin tener un marco de referencia rígido, lo cual ha ocasionado que llegue a verdaderos callejones sin salida, de los cuales sólo he podido escapar a base de clichés y lugares comunes.

¡Si vieran la sarta de tonterías que he escrito! Ahora me explico el por qué la mayoría de los periodistas que escriben artículos de opinión diariamente en los periódicos tienen un nivel tan pobre de expresión.

Otra cosa que me he dado cuenta en estas dos semanas de acumular palabras (al día de hoy tengo un faltante de 3,025 palabras) es de que, o bien no tengo seguidores en mi blog, o a todos mis seguidores mi novela-basura les importa un comino.

Para salir de dudas los vuelvo a invitar a que me manden un correo a jaimegyg@gmail.com  para mandarles a su vez el primer capítulo de Retorno 2012.

Créanme, sus comentarios me pueden ayudar bastante. Ahora mismo he decidido aprovechar el “puente” para cambiar de estrategia y conseguir que para el 30 de noviembre de 2010 la crónica de la invasión de los zombis a México esté terminada.

11/06/2010

Trabajo en proceso I

Bueno, pues aquí estoy: 1,392 palabras por debajo de mi cuota de 1,667 palabras por día, durante cada uno de los treinta días de noviembre, hasta juntar las 50,000 que formarían el cuerpo de mi novela.

Claro que no se trata sólo de acumular palabras. De haber sido así, seguiría el sistema de Jack Torrance en The Shining, de Stephen King. ¿Lo recuerdan? Sólo tendría que repetir la misma frase página tras página hasta conseguir mis 50,000 palabras.

Pero no, me propuse terminar una novela de 50,000 palabras que fuera coherente y que, sobre todo, no fuera únicamente basura.

Con eso en mente, realicé un apresurado borrador en el que utilicé uno de los consejos que daban los del National Novel Writing Month: “mantén bajas tus expectativas”.

¿Y qué mejor manera de mantener bajas mis expectativas —me dije— que escribir una historia de monstruos? Así que aquí me tienen, escribiendo una novela de zombis.

Ahora sé que no fue una decisión sensata, ya que, como nunca he creído ni me he interesado por los zombis (ni por los vampiros ni por los hombres lobo ni por los fantasmas) resulta que no sé nada de zombis. Fuera de algunas referencias externas, todo lo que pongo de zombis en mi novela me lo he tenido que inventar.

Empecé a escribir mi novela el lunes pasado con muy poca fortuna, ya que me agripé el viernes y el domingo tuve que asistir a un evento relacionado con mi trabajo. Así que el lunes me sentía como… zombi.

Pero empecé a escribir y a escribir y a escribir. Aprovechaba cada tiempo muerto en mi trabajo para adelantar unas líneas y llegado a la casa le seguía. Sin embargo, no me dediqué de lleno a la tarea, ya que me había propuesto no abandonar mis actividades cotidianas por completo. Así que también leí un poco y pasé un rato con mi familia.

Los primeros cuatro días cumplí con mi cuota de 1,667 palabras, pero ya para el jueves empecé a retrasarme un poco. El problema es que estaba escribiendo con un método por completo opuesto a mi método de escritura habitual.

Cuando escribo un cuento, por ejemplo, hay todo un proceso de reflexión antes de ponerme a escribir un borrador, el cual cuenta con todos los elementos (principio, medio y final) y una descripción general de cada escena involucrada.

Aquí no había nada de eso. El borrador que había hecho sólo me servía como una guía muy pobre, como si estuviera en Moscú tratando de interpretar un mapa de la ciudad con caracteres en alfabeto cirílico.

Lo peor de todo es que conforme avanzaba me estaba dando cuenta de que no estaba escribiendo sino basura, ya que no había tiempo para efectuar una corrección, ni de estilo ni de forma.

Pero esto no me frustró. Al contrario, sentí una especie de placer culpable al estar escribiendo sin una guía, sin rumbo, sin un destino determinado.

Avanzaba igual que los personajes del libro: a tientas. Cuando parecía que había llegado a un callejón sin salida, el deseo de seguir avanzando, de contabilizar palabras, me permitía vislumbrar una brecha en la trama y por ahí me lanzaba.

Así, voy creando conforme avanzo. La narración hasta el momento (estoy por terminar el segundo capítulo) yo la considero basura, aunque me queda la esperanza de que pueda ser reciclable. Además, puede ser cualquier cosa menos aburrida. Está tan llena de clichés y de lugares comunes que resulta muy divertida

Como lo mencioné en el aviso de la semana pasada, quiero que estas crónicas sean también interactivas. Así que, quienes se interesen en conocer mis avances, sólo tienen que mandarme un correo a jaimegyg@gmail.com y yo les mandaré el primer capítulo de Retorno 2012.

Pueden hacer las críticas que deseen o proponer alternativas.

Todo se vale en un país invadido por zombis.

Nos vemos aquí el próximo día 13 para seguir comentando.